En el corazón de Se abren los caminos, que no está en el centro sino al inicio de la novela, Manuel Barroso escribe las palabras anteriores en voz de Papá Legba, el protector del mundo espiritual, mediador de los humanos y de los espíritus menores que conforman el cosmos del vudú haitiano. Narración que demuestra que la historia sin cuerpo es efímera, esta obra primera abreva tanto d ela literatura como de los hechos, ficción y realidad, semillas quintaesenciales de la permanenia que en la palabra encuentra a la vez su derrotero, efímero, y su lugar entre nosotros.La palabra que se dice a manera de acción, es decir, de revolución y de escritura: la vuelta, el giro, el paseo y , a la vez, la andanza de una voz grabada con tino en el tiempo que, Barroso bien lo sabe, no es nada salvo que sea humano.
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