"¡Qué esplendoroso mediodía era aquél! El Tíber no era ya amarillo sino azul. Había un rubor en los viejos puentes que los volvía frescos y fuertes nuevamente. El Panteón, con su majestuoso frente, todo arrugado y lleno de surcos como una vieja cara, ostentaba luz estival en sus batidas paredes."
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