Para los hombres y mujeres medievales la muerte es una asignatura que deben aprender y vivir como parte de su experiencia en el mundo. La muerte se imita, se comparte y se hereda; es representacio?n en si? misma, por la serie de ritos que la acompan?an, y porque se muestra hacia los dema?s cuando se convierte en una forma arti?stica. La muerte medieval tiene cuerpo y textura, se puede mirar, tocar, escuchar y leer: es forma y contenido de las manifestaciones arti?sticas, asi? como parte de la ideologi?a que da relieve al proyecto historiogra?fico de la e?poca. De ahí la carga ideolo?gica de la que se nutre un ge?nero como el retrato, tan estrechamente vinculado con la muerte. En e?l, no so?lo se encuentran elementos relacionados con la trascendencia, el linaje y la propagacio?n de la fama; tambie?n circulan, impli?cita o expli?citamente, cuestiones como el modelo de caballero y el he?roe medieval, la importancia de la buena muerte, la presencia cristiana, las ideas poli?ticas y sociales que unen en contexto al personaje, el testamento y la herencia, el buen estado y las relaciones familiares. Este texto intenta abrir camino para llenar el espacio que el retrato literario deberi?a ocupar como ge?nero. Ya no como un derivado menor de cualquier otra escritura, sino como una elaboracio?n que, por sus caracteri?sticas singulares y sus diferencias con otros ge?neros, merece un espacio y estudios especi?ficos. Este libro se interesa, sobre todo, en mostrar tales propiedades y en resaltar las meramente ideolo?gicas, en particular las vinculadas con la muerte medieval.
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