Si toda vida es un viaje, resulta idóneo contar con los instrumentos de navegación adecuados. No hay que confiarse, el hecho de que el territorio de nuestra expedición nos sea aparentemente familiar no implica que estemos libres de extravíos. Un mapa puede ser esencial -un mapa, por supuesto, de nosotros mismos.
En este libro, Federico Reyes Heroles se convierte en cartógrafo de su existencia. La técnica que utiliza es sencilla pero infalible: levantar un registro de las coordenadas que han dotado de sentido a su vida. Momentos de plenitud, obsesiones y pasiones quedan asentados en este inventario personal. Así, por este Registro pasan el insomnio y el ritual de iniciar el día, el vicio de la música y el placer de la concentración, el amor a los árboles y a los perros, el gozo como lujo (y no viceversa), el arte de la conversación y el paraíso privado de las caricias.
El mapa obtenido sirve como guía para revisitar las provincias de la memoria, pero también como brújula para seguir definiendo la ruta de los días por venir. Es útil para el propio cartógrafo, pero también para los viajeros de otras tierras. Pues, como toda verdadera literatura, este Registro es íntimo y general a la vez.
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