Que se caiga el avión, no importa: ahora sé que el mundo vibró siempre en el zumbido de las abejas y de los girasoles.
En octubre, el mes cuando nació mi madre, el nombre de la luna era azafrán y cantaba en los ojos de un gato.
Las rosas son templos de pétalos con laberintos escondidos.
Los árboles también tienen letras para decir adiós.
Las luces atisbadas hace más de seis décadas en el limonero eran ácidas.
Si el viento las mueve, son flores pétalos alas, además de mariposas.
Mandala y tenue son sinónimos, aunque las realesacademias lo desautoricen.
En una luz de bengala hay respiración de curcayes.
Si el avión se desploma, ya no sabré cuáles son las tres melodías resguardadas por el tepozán ni qué es un tepozán.
Millones de guatemalenses, sudando frases ajenas, añaden a su malogrado origen el lugar común «país de la eterna primavera», y ni siquiera son capaces de ver la luz en los mangos.
El desierto recuerda y suspira.
En el lejano Oriente que está al otro lado del puente donde ya no hay facilidades ni para suicidarse, las ramas fingen ser quiebrapalitos y tienen muy claro que en otros lados fingen ser mantis religiosas.
Liba la luz
en labios de lavanda,
la abeja es miel…
en esas tres líneas pensaba Robert Graves al recordar que para los griegos de antes poesía es hacer que suceda algo extraordinario.
Advertencia: Las existencias de nuestro sistema no son precisas al 100%, por lo que antes de dirigirte a una de nuestras sucursales, te recomendamos que llames por teléfono para confirmar su disponibilidad.