¿Quién ignora cómo lo mejor, lo más noble que la humanidad puede ofrecer, ha sido realizado por genios aislados y a pesar de los toros hombres? Una demoníaca fuerza aniquilaba a hölderlin por el fuego, fuego que al propio tiempo lo salvaba. Ahí se vislumbra hoy esta dramática sombra humana a quien debemos una obra lírica inmortal. Hölderlin, con fidelidad admirable, no fue sino aquello a que su destino le llamaba: un poeta. Pero ahí nadie le ha superado en su país, ni en otro país cualquiera.
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