La relación viciosa autoridad-SNTE sobrevivió durante setenta años. No fue sino hasta 2012 que el gobierno federal tomó la iniciativa de romper esa inercia histórica y sentar las bases para una reestructuración profunda, pedagógica y administrativa, del sistema educativo. Asumir esa decisión fue un acto de valor político y ético que ha abierto nuevos horizontes a la educación nacional. No pretendo hacer adulaciones oportunistas, sino llamar a las cosas por su nombre: al menos en educación, el gobierno federal mexicano actual ha dado una lección de actuación política de compromiso con el país rehusando caer en componendas vergonzosas.
Las nuevas condiciones que la ley impone, demandan una transformación de las organizaciones sindicales que fueron diseñadas para servir dentro de un sistema educativo que ya cambió y dentro de un país que también se transformó. El futuro toca a la puerta de los sindicatos, y el pueblo de México espera que la reforma sea acogida por ellos con entusiasmo.
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