Desde sus primeros poemas hasta su producción más reciente la poesía de José María Espinasa es una constante lujosa de claridad y solidez. Su producción ha tenido la misma fuerza y la misma voluntad, constancia y precisión que sus textos ensayísticos. Comenzó con un aletargado librito de espigado diseño -como élpublicado por el taller Martín Pescador en 1979, y desde ese momento ha sido continua su búsqueda, más que de imágenes precisas, de rigurosas apuestas figurativas en las que un murciélago, o un zapato, o la novia judía, por mencionar tres series de su producción, sirven para desenvolver precisiones arborescentes. Desde lo escueto de un par de versos Espinasa parte en cada poema suyo a hacer un recorrido numérico que se despliega en meandros y recorre lugares (topoi) a la vez imaginativos y sentenciosos, donde la repetición es un salto hacia una mayor capacidad de incisión y precisión capaz de iluminar zonas de la realidad a las que no es fácil el acceso.
En ese sentido, es un poeta para el que las palabras son carros alegóricos en miniatura que avanzan, avanzan, avanzan. En ellos se despliega no nada más una brillante contemplación del mundo, sino una incidencia moral que en esa realidad puesta a la vista, se proyecta en los asuntos humanos que nos tocan a todos. Es por estas razones uno de los poetas más destacados escribiendo hoy en México.
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