Adán Roca quiere ser dibujante pero su padre le gana la partida: él desea que sea ingeniero. El hijo acepta los designios del padre. Cecilia entra a su vida como una aparición mágica y desaparece para jamás estar ausente y convertirse en una presencia perenne. Adán decide enrolarse en la marina y logra finalmente estar en un barco.
La novela ganó el Primer Premio Internacional de Novela Nuevo León en 1988. Los jurados fueron Arturo Azuela, Salvador Elizondo, Alfredo Gracia Vicente y José Agustín.
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