Una joven empleada de hogar y un vendedor ambulante coinciden en un banco de uno de esos parques que embellecen algunas plazas de París. Marguerite Duras se sirve de este encuentro casual para enfrentar dos visiones opuestas del mundo y de la vida: la mujer, rebelde, espera un marido que la saque de su infelicidad; el hombre, resignado, carece de valor para dar un giro a su existencia. En este magnífico y revelador diálogo, una obra esencial de la escritora francesa, se desnudan dos almas para escapar de su angustiosa soledad, sin cerrar la puerta a la esperanza de aproximar unas posturas aparentemente tan alejadas.
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