Autorizar o prohibir el ingreso de inmigrantes al territorio nacional, y otorgar o negar cartas de naturalización son decisiones políticas que trazan fronteras entre nosotros y los otros.
México es un caso paradójico. Se trata de una nación que nunca recibió corrientes significativas de población extranjera; sin embargo, instituyó normas migratorias y de naturalización muy restrictivas. ¿Cuál fue el sentido de restringir la inmigración si el volumen de extranjeros siempre fue pequeño en el total de la población? Además, en un país tan lacerado por prejuicios étnicos y con gobiernos posrevolucionarios que tempranamente condenaron la discriminación racial, ¿cómo explicar la potente racionalización de las políticas que regularon la extranjería?
Estas preguntas son el punto de partida de una investigación por los entresijos de las normas y las prácticas migratorias y de naturalización en el México de la primera mitad del siglo XX.
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