"Vino el fin de siglo como una tempestad tan pregonada que nadie ocultó su tristeza por haber sido todos, así fuera por unos cuantos años, de condición vigésima, algo más antiguo que lo decimonónico, ferozmente anacrónico como todo lo reciente. Y mientras, para contrariar a la inversión térmica, se oscurecía la noche y se aclaraba el día, las plagas mudaron de nombre (país inviable, rating bajísimo), y no hubo quien no trajera su catálogo de presagios en la mano o en la imaginación, interrogando judicialmente a los astros, extrayendo profecías catastrofistas de las parábolas misericordiosas, alertando contra el control de la natalidad que nos podría hacer menos, segundos antes del diluvio de seres que ahogarían el agua y enterrarían a la tierra.
Y en aquellos días Ediciones Era, aún confiada en la especie en extinción (no los libros sino los lectores), seguía publicando y por motivos que sólo el Gran Controlador del Universo conoce, añadió a su catálogo un rosario de textos del virreinato light, intitulado pedagógicamente Nuevo Catecismo para Indios Remisos, ya publicado antes pero susceptible de mejoras o de empeoramientos, que de todo hay en las viñas de la corrección. Al Nuevo Catecismo lo enriqueció considerablemente la inclusiónde quince grabados de Francisco Toledo, nueve de ellos creados para la edición original, hoy pasto de coleccionistas. Y el autor o perpetrador, Carlos Monsiváis, lego a quien el Averno otorgue el doctorado, al cabo de amistosos lances inquisitoriales, confesó su designio: ofrecerle a los virreyes y a los oidores y a los milagros ignorados (¡Aparecidos presentación!) y a los hablantes de idiomas sólo comprensibles a quienes los sabían previamente, un tour por los callejones del porvenir, o como se le diga a ese pasado que se alarga a la fuerza. Y Ediciones Era ordenó ¡Imprímase!, y el Nuevo Catecismo para Indios Remisos y sus quince láminas y cincuenta fábulas volvieron a la vida bibliográfica, con sus absoluciones al mayoreo y su dispensa de trámites hagiográficos para aquellos que, en el caso de este o de cualquier otro libro, cometan el horrendo pecado de acercarse sin la intermediación de un video-tape. Y que en el siglo XXI nos perdone a todos, lectores y televidentes por igual."
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