En coedición con la editorial mexicana Zalipoli, rendimos homenaje a Alvaro Mutis en el centenario de su nacimiento con la publicación de Nocturna, una compilación de sus poemas Nocturnos con edición y prólogo a cargo de Gonzalo García Barcha y el entusiasta refrendo del escritor Mateo García Elizondo.
A lo largo de su vida, Alvaro Mutis fue empleado en relaciones públicas, vendedor itinerante, escritor de novelas de aventura, poeta de la errancia y del mar, reo en el Palacio Negro de Lecumberri por «delitos líricos y gastronómicos», apasionado de la historia, y un irredento jugador de billar. «Un poema tiene que ser como una carambola», llegó a decir, «uno golpea la bola que va a arrancar, y con ella golpea las otras dos de forma armónica, y ya. Eso es un poema»
Aquí se recogen los cantos que le compuso entre duermevelas e insomnios febriles a ese manto oscuro que se debate con la luz de las lámparas, apoderándose del día y arropándolo todo, y detrás del cual se revelan los contornos de un paisaje a veces vertiginoso, a veces sombrío, pero casi siempre cómplice y acogedor.
Con la lucidez que otorga la noche, Mutis evoca en estas páginas los vientos inhóspitos, la lluvia sobre los cafetales, el silencio de un espejo que ve todas las intimidades, y los ríos que arrastran navios oxidados, dejando por su paso estelas de vapor. Por ellas desfilan santos, reyes y generales, desfila el tiempo que lo conquista todo, que atrae al destino y arrasa con la más gloriosa existencia, salvo la de la noche que regresa, siempre cambiante, pero idéntica a sí misma desde que el mundo tiene memoria.
Cien años después del natalicio de Alvaro Mutis, llega a manos del lector este volumen que da fe del poderoso oficio que le valió a su autor recibir el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, así como el Premio Cervantes, y de una labor poética que fue descrita por Octavio Paz como «una alianza de esplendor verbal y decadencia de la materia». Por encima de todo, nos trae la visión de un hombre que hizo de su literatura un consuelo para las noches solitarias de los que se saben de paso en el mundo. Los poemas aquí compilados son como los de un marino que navega entre las tinieblas para llegar a las orillas de la aurora, o como los de un general que libra, palabra por palabra, una batalla cuya resolución está predeterminada.
Mateo García Elizondo
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