Hace unos 25 años, cuando daba clases en la UNAM, comencé a juntar notas referidas a diferencias entre los sexos con el fin de escribir un libro al respecto. La frase
Al menos en la UNAM. Pasaron los años y las diferencias cerebrales dejaron de escandalizar, luego pasaron a ser obvias. EL libro seguía sin querer escribirse. Ordené las notas por edades: feto, meses, 2 años, 5 años... Y me pareció que tenían sentido así como estaban, sin desarrollar, sin ir a pie de página: un libro que no sería sino su propia bibliografía. Aquí está.
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