Pero hemos olvidado su historia. La moda es así de ambivalente: es efímera y duradera a un tiempo. Algunas prendas trascienden su época; otras, nacidas en pasarelas y casas de alta costura, son mitos inalterables que narran el imaginario de sus creadores y expresan sueños y mandamientos.
Buscar el origen de los atuendos que banalizamos o que veneramos es sumergirse en una historia confeccionada por hombres y mujeres con retazos de cultura popular, frivolidad y reflexión; es honrar su valor, ahora que parecen más corrientes que nunca. Cuando ensalzamos la moda y la apariencia, ensalzamos al individuo.
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