Al interior de majestuosas y vibrantes ciudades como Teotihuacan —una megalópolis con características únicas, algo así como el Nueva York de aquellos tiempos—, Monte Albán o Tikal, el poder económico, político y religioso se concentró en las élites gobernantes, que experimentaron una abundancia sin precedentes. Y como ha ocurrido a lo largo de la historia humana, en todos los rincones del planeta, fue, entre otras cosas, la creciente brecha entre nobles y plebeyos, entre ricos y pobres, lo que llevóa la eventual destrucción y abandono de algunas de las grandes capitales y, con ello, al final de esta etapa de nuestra historia.
Pásele a lo barrido y entérese de cómo estuvo todo el chisme...
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