Toma el dinero como la “inversión” de Cristo, como el anticristo. Mientras Cristo era “figura divina” y se alienó asumiendo la “figura de siervo”, el dinero (en movimiento contrario), siendo “figura de siervo”, se transforma en “dios” (el fetiche).
Cristo se humilló, bajó; el dinero sube, se diviniza. Se trata de una inversión. Esta manera “metafórica” de usar temas bíblicos y teológicos, por parte de Marx, obliga a una precisa lectura oblicua […].
Sólo una lectura atenta, abierta, que descubra la lógica del discurso filosófico-económico de Marx podía imaginar esta hipótesis interpretativa.
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