Que las matemáticas son difíciles y que para su entendimiento hace falta una cabeza especial o ser un “cerebrito”, es una excusa muy añeja, pues para entender las matemáticas es suficiente una cabeza normal, lo que hace falta es paciencia, atención y concentración, otra cosa bien diferente es tener inclinación por las matemáticas.
Pitágoras, considerado el primer matemático, fundó un movimiento en el sur de la actual Italia, en el siglo VI a. C., que enfatizó el estudio de las matemáticas con el fin de intentar comprender todas las relaciones del mundo natural, después de él vinieron otros filósofos y geómetras como Demócrito, Hipócrates, Euclides y otros que hicieron grandes descubrimientos sobre la teoría de los números y la geometría, tal es el caso de Arquímedes quien realizó grandes contribuciones a la matemática teórica. El tiempo siguió su curso, hasta llegar al siglo XVI donde se empezaron a utilizar los modernos signos matemáticos y algebraicos. El matemático francés Fraçois Viète llevo a cabo importantes estudios sobre la resolución de ecuaciones, sus escritos ejercieron gran influencia en muchos matemáticos del siglo posterior, incluyendo a Pierre de Fermat en Francia e Isaac Newton en Inglaterra.
Para entender la matemática hay que hacer funcionar el cerebro, y esto siempre supone un gran esfuerzo. Alguien de mente perezosa y que no le causa placer hacer trabajar su cerebro, lo mismo le dará trabajo un ejercicio matemático que leer un libro, en cambio el que no le asuste el ejercicio de la mente logrará su objetivo de entender cualquier ejercicio matemático. Sin embargo La matemática de Pitágoras a Newton llevará al lector por un camino que le hará descubrir lo sencillo que es entender y efectuar operaciones muy sencillas (realizadas con ábaco) o tan difíciles como las funciones, derivadas e integrales. El libro va desde el origen de los números y medidas, el uso de símbolos, hasta el cálculo diferencial e integral pasando por el álgebra y la geometría analítica.
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