Años atrás, nos encontrábamos con academias que ofrecían cursos de diseño «por ordenador». La oferta era absurda y, desde luego, muy poco prometedora. Lo mismo que ser un virtuoso con las tijeras no le convierte a uno en un diseñador de moda, la computadora es sencillamente una herramienta que llegó para quedarse; pero cuyo dominio no garantiza, en lo más mínimo, nuestra competencia como diseñadores. El conocimiento del software no está ligado, en absoluto, a nuestra valía como profesionales del diseño. Sentarse delante de una pantalla sin unos fundamentos básicos de comunicación visual solo sirve para dilapidar nuestro tiempo y, quizá, el de quien haya confiado en nosotros. Punto, línea, plano, geometría, sección áurea, módulos, composición, formato y proporción, equilibrio, simetría, asimetría, dos reglas de composición, ubicaciones de una imagen, tensión… y decenas de cuestiones que clarifican y habilitan a un buen diseñador. Este manual se basa en la presentación de los principios fundamentales del diseño gráfico. Las herramientas procedimentales y conceptuales no caducan y son el inexcusable conocimiento que se debe adquirir para enfrentarse al ejercicio de la profesión. Las reglas, por supuesto, están para que las podamos romper de vez en cuando, pero no nos podemos permitir desconocerlas.
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