Es conocido y reconocido universalmente que llevamos el nombre sagrado del Gobernante del Mundo y que recibimos de él, el Decálogo Sagrado o las Tablas de la Ley. Es también bien sabido que además de la ley que Moisés dio en las tablas de piedra, dio además ciertas leyes verbales por las cuales, durante su larga estadía en el monte Sinaí, se le confiaron todas las doctrinas, explicaciones de los misterios, nombres de santos de Dios y de los ángeles, y particularmente cómo aplicar este conocimiento para mayor beneficio de la humanidad; todas las doctrinas que Dios pronunció como buenas, pero que no se dieron a conocer a todos, y que en el transcurso del tiempo se llamaron Kábala o tradiciones que Moisés comunicó durante su vida a su sucesor Joshuá, quien las transmitió a los mayores y éstos a los jueces y por medio de los jueces al hombre de las gran sinagoga en donde fueron comunicadas a las sabios, y fue así como la Kábala se fue transmitiendo descendentemente de uno a otro –de boca en boca- hasta nuestros días. Por lo tanto, sabemos que en la Torá hay muchos nombres del Altísimo y de sus ángeles, además de misterios profundos que pueden aplicarse al provecho del hombre pero que, debido a la perversidad humana, y para protegerlos contra el abuso, se han mantenido ocultos para la gran mayoría de la raza humana. Por primera vez estos secretos son revelados en este libro.
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