«La verdadera historia de México comenzaría con él... y acabaría con él.»
Antonio M. Lugo Olea supo encender la imaginación y la esperanza de millones de mexicanos ofreciendo una lucha frontal contra la corrupción, la impunidad y la delincuencia organizada. También prometió hacer lo posible por terminar con la pobreza, la marginación y la injusticia. Los ciudadanos, hartos de gobiernos de ineptos y ladrones, con su voto llevaron a AMLO a la presidencia del país. Por si fuera poco, su partido también consiguió una avasalladora mayoría en el Congreso, vital para apoyarlo en todos sus proyectos.
El máximo líder no puede fracasar. Se sabe un caudillo predestinado a construir una nueva nación, un iluminado cuya misión es no volver a robar la esperanza de los que menos tienen, un visionario constructor de oportunidades antes negadas. Pero su llegada al poder lo ha enfrentado con una realidad inflexible y terca. El presidente parece no darse cuenta de que va a necesitar algo más que buenos propósitos.
¿Qué suerte correrán los mexicanos que creyeron con fe ciega en la magia mística de sus palabras?
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