A lo largo de estos escritos publicados póstumamente, Werner Hamacher examina las problemáticas ontoteológicas que subyacen en la justicia, la ley, el derecho y el juicio, para ahondar en su comportamiento anárquico y atélico, que está en la base de las organizaciones jurídicas occidentales. De Platón, Aristóteles, pasando por Kant, Milton, Locke, Mendelssohn, Hamann, Marx, Arendt, e incluso acotando registros más bien ajenos al canon como Legendre y Celan, el punto de partida de estas reflexiones es el axioma «Justicia es lengua». Esto quiere decir: si la lengua es en la medida de que remite a otro distinto de aquella, como puro remitir se aleja de determinaciones ontológicas, pero, al mismo tiempo, la lengua es condición de posibilidad del otro al que remite. La justicia, así entendida, sería previa al ser y más allá del ser, e incluso un fuera del ser que en último término lo guarda en tanto mismidad. Bajo las implicaciones de esta afirmación, Justicia lingüística es una de las contribuciones más relevantes para pensar que lo que se juega en las proscripciones y prescripciones de la vida normada es lo fundamental.
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