Los textos de Andréiev están cargados de humanismo, no exentos de las tensiones y contradicciones propias de la naturaleza humana. Indagando sobre las luces y sombras de la existencia de los seres humanos, se adentró en el lado más sombrío de estos e intentó desentrañar, en muchas ocasiones de forma alegórica, la tensión, esperanzas, tormentos y aspiraciones de un siglo xx que se manifestaba convulsionado y confuso. Andréiev nunca se apartó de una profunda compasión por los personajes que retrata. Las obras seleccionadas para este volumen, Judas Iscariote, Mutismo y El gobernador, trazan la pluma prolija, limpia, intuitiva e intensa de una narración perfecta, plena de imágenes, develando justas meditaciones sobre la soledad del poder, el miedo a la muerte, la lucha del bien y el mal, la locura, en un proceso de fusión de elementos realistas con simbólicos y alegóricos en proporciones variables según la obra que tratemos.
En El gobernador, este, por miedo da la orden de disparar contra la multitud hambrienta. Su gesto determina su propia muerte; él bien lo sabe y espera. En Mutismo, una joven se encierra sin querer decir nada, y muriendo con su secreto deja a su padre obsesionado por el mutismo. Judas Iscariote es un hombre extraño, cuya alma está desgarrada por un conflicto sin fin: quiere ser amado y admirado, y haciéndose pasar por un hombre superior a los demás, deviene en un hombre feo, embustero, desagradable, codicioso, traicionero.
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