Somos la extensión de aquellos que nos dieron vida, pero también de quienes nos mostraron un sendero. Cuando ellos parten siguen existiendo, de algún modo, en nuestras búsquedas y convicciones; por eso en La Invencible Vicente Quirarte rinde un homenaje al maestro Martín Quirarte.
Un recorrido por la vida y la obra del padre a través de los ojos del hijo. Con un discurso claro, el escritor rememora la figura paterna, sin apologías ciegas ni condenas viscerales, sino a la luz de una reflexión profunda y madura sobre los pasos por ese sendero de vida y profesión.
El proceso creativo es otro gran protagonista en esta novela. La prosa que aquí se despliega ha sido largamente destilada: fondo y forma se corresponden. La Invencible es el nombre de una cantina en San Ángel que, como el amor, la angustia y otras formas de existencia, también abre los domingos.
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