Siempre es buena noticia encontrar un nuevo talento en las letras mexicanas. Sobre todo cuando se descubre una combinación de actualidad e ingenio. Tal es el caso de Valeria Luiselli, quien desde su primer libro de ensayos Papeles falsos, se ganó la aceptación de la crítica y un público cada vez mayor.
En Los ingrávidos, su primera novela, cuenta la historia de una joven mexicana que reside en Nueva York, ganándose la vida en una pequeña editorial. En aparente normalidad lleva un matrimonio con un guionista y tiene dos hijos. Todo cambiará cuando se le aparezca el fantasma de Gilberto Owen, poeta del grupo Contemporáneos. Esta aparición será un espejo de todos los fantasmas personales. A manera de narración fragmentaria, se entremezclarán pasajes imaginados de la vida de Owen en compañía de García Lorca, con recuerdos eróticos de sus amantes.
A raíz de que la protagonista inicia una novela de tono intimista, la vida conyugal se verá enormemente afectada, pues el marido espía todo lo que escribe y se siente muy aludido.
Tanto la obsesión por Owen, los amantes, la maternidad y el matrimonio servirán para tejer a base de imágenes, un mosaico poético que oscila entre la soledad y la creación literaria, la muerte plural y el desenfado narrativo, la mirada del otro y el desamor: "Romper al otro, quebrarlo emocionalmente una y otra vez. Dejarse romper".
Sugerido por Francisco Goñi
¿Cuántas vidas y cuántas muertes son posibles en la existencia de una misma persona? Los ingrávidos es una novela sobre existencias fantasmales; una evocación, a la vez melancólica y llena de humor, sobre la imposibilidad del encuentro amoroso y el carácter irrevocable de la perdida. Se lee con la emoción trepidante que genera una escritura ágil, aguda, a ratos francamente iluminada, pero que no renuncia nunca al cuidadoso cuestionamiento y disección de los valores del mundo contemporáneo.
Dos voces componen esta novela. La narradora, una mujer del México contemporáneo, relata sus años de juventud como editora en Nueva York, en los que el fantasma del poeta Gilberto Owen la perseguía por el metro. El narrador, un Owen al borde de la muerte, recuerda su juventud durante el Renacimiento de Harlem a finales de los años veinte, donde participaba -a veces a regañadientes, otras con alegre socarronería- de la vida literaria neoyorquina, al lado de escritores como Louis Zukofsky o Federico García Lorca. Ambos narradores se buscan en el espacio insondable de los trenes subterráneos, donde viajaban en sus respectivos pasados
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