El pensamiento de Schopenhauer es un monumento a las vicisitudes humanas, a los problemas que, en la existencia, nos acechan sin descanso: la muerte, la desesperanza, el amor, la cultura, el desánimo, la guerra, la mentira, el arte, el derecho, etc. Mientras que la ética se ocupa del obrar justo o injusto, preguntándose cómo debe actuar el hombre, la ciencia política y la teoría legislativa han de centrarse, sin más, en el padecimiento de la injusticia. El Estado no debe fomentar la moralidad, sino limitarse a prevenir las malas acciones de sus ciudadanos mediante la amenaza de castigos, de esa manera velará por la justicia creando y aplicando un ordenamiento jurídico coercitivo.
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