Acercar a los niños a la poesía no es fácil. Primero hay que quitarle a ésta el halo de solemnidad y lograr que los niños disfruten las palabras, las reconozcan, las saboreen, y que a partir de ellas jueguen, imaginen, reflexionen y construyan. Sólo así podrán apropiarse de las palabras para expresar su mundo interno. En esta propuesta visual los signos se tornan ilustraciones y la escritura, un juego.
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