La necesidad de encontrar respuestas científicas al comportamiento de la muerte llevó al doctor Bill Bass a crear el laboratorio más extraño del que se tenga noticia: una granja en Tennessee, donde se descomponen cadáveres al aire libre, con la colaboración natural de bacterias e insectos, a fin de analizar y obtener datos objetivos e inapelables que puedan servir en los tribunales de justicia para determinar, no sólo el momento en que se produjo la muerte, sino las causas y el tiempo transcurrido desde que una persona es asesinada y el hallazgo del cadáver, en muchos casos reducido a un montón de cenizas. Con apasionante minuciosidad científica, atenuada por buenas dosis de humor, este libro es una guía a un mundo donde la elocuencia de los cadáveres es tan insospechada y fascinante como la más vertiginosa biografía.
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