En Los fundamentos histórico-espirituales del parlamentarismo en su situación actual (2.ª ed. de 1926), Carl Schmitt efectúa la reconstrucción del tipo ideal de la institución parlamentaria para, a renglón seguido, declarar irremediablemente extintos los supuestos estructurales que hicieron posible su emergencia histórica. La crisis del Parlamento se presenta como una crisis de la discusión, de la publicidad crítica y de la independencia y capacidad moral del diputado para encontrar la verdad, y desde ella elaborar la ley justa, impuesta por la nueva realidad social pluralista y democrática. Se trata de la negación de la atmósfera intelectual que había presidido toda una época, y ante la que, como enseña Ellen Kennedy, en plena convulsión de Weimar urgirá dar respuesta. Para Schmitt sólo el presidente del Reich será el pouvoir neutre, llamado a operar como defensor de una Constitución (der Hüter der Verfassung) entendida como bastante más que un simple documento jurídico, frente a las amenazas de unos partidos incompatibles con la idea de unidad que informa al Estado. ¿Qué validez tiene hoy esta crítica?, se pregunta Manuel Aragón en el estudio que precede a la obra.
En esta nueva edición del clásico de Schmitt se añade los textos de Thoma que en defensa de la democracia de Weimar, argumentaban que los conceptos políticos del autor renano tenían mucho de auto-creación incompatible con el paradigma que sostenía al régimen constitucional implantado en Alemania en 1919 y abrían camino a algo que resultó ser el nacional-socialismo.
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