A partir del abandono por parte de Freud de la teoría de la seducción, el retorno a una concepción puramente endógena de la sexualidad era ineluctable: el instinto anclado en la filogénesis, aunque revocado inicialmente, no cesará de visitar al pensamiento freudiano. Laplanche señala tres momentos de este extravío: 1: La teoría del apuntalamiento, que propone una sexualidad que emerge desde la autoconservación. Sus contradicciones internas son ampliamente analizadas en este trabajo; un plano propiamente sexual en lo biológico infantil, no puede ser concebido salvo a partir de la acción del otro. 2: Con 'Introducción del narcisismo' (1915), la acción del otro adulto como punto de partida de la elección de objeto sexual es incluso avizorada. 3: Pero muy rápidamente se anuncia la última teoría de las pulsiones. Bajo el comando de Eros unificador se propone un retorno mítico al instinto. La 'pulsión de muerte' surge, seguramente, para mantener el conflicto. Denunciar un extravío biologizante de Freud no implica desconocer la biología en el ser humano, sino resituarla en un lugar positivo y no ya mitológico, permitiendo investigaciones precisas sobre la forma en que los fantasmas sexuales vienen a habitar un funcionamiento biológico que la etología humana comienza a describir mejor.
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