Es bien fácil comprender las razones del deleite que causa esta obra desde 1968. Para empezar, las razones del título, Extracción de la piedra de locura, no se muestran sino incidentalmente. Hay que desenterrarlas, como sucede con otros símbolos custodiados en la misma pieza. Decir que una imagen del Bosco las explica es una afirmación plausible. Apenas si es necesario añadir que Alejandra halló un motivo idéntico en un poema indígena, rescatado por el Instituto de Lingüística de la Facultad de Filosofía bonaerense. En cualquier caso, se trata de rituales complementarios: la piedra encarna en esta o aquella forma, pero de todas las que componen el lapidario es la que siempre transforma la armonía en delirio. En ella, por tanto, el desvarío es preponderante, como sucede en cualquier objeto mágico cuya eliminación metaforiza el efecto de un demiurgo sobre el barro de la humanidad. Su extracción es un método sensible que requiere tiempo.
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