El universo en una sola mente
«El mundo es profundo, más profundo de lo que el día puede abarcar», escribió Nietzsche con gran acierto. De oriente a occidente, en todo el mundo y a través de los tiempos, los esfuerzos titánicos de los hombres por explicar el cosmos nos han dado la más grande, y siempre anónima, metáfora que la humanidad pudo haber engendrado: el mito.
Aquí están encerradas las respuestas a las cuestiones filosóficas más arcanas. Entonces cabe preguntarse si acaso existen patrones mitológicos que se repiten en la mayoría de las culturas del orbe.
Esta cuestión ocupó a Joseph Campbell los 83 años de su vida. Se dedicó al estudio de las más diversas doctrinas y religiones en la tierra, desde América hasta Asia, sin olvidar a los centroeuropeos y los aborígenes africanos. Sus investigaciones lo llevaron a toparse con un arquetipo presente en la humanidad desde eras antiquísimas; ahí donde se originó el pensamiento, descubrió la «morada cultural», es decir, el hilo conductor que define las características universales del hombre.
En Las extensiones interiores del espacio exterior pareciera que Campbell leyó todo, pues mientras comenta la expansión del universo a partir del Big Bang, acude a las leyendas del oriente o al libro sagrado de los hebreos; también pasa revisión a las ideas de Jung y del místico inglés William Blake, todo perfectamente estructurado como si lo hubiera pensado durante años antes de escribir una línea.
El hermoso título que lleva éste libro parte de una meditación acerca de Kant y sus postulados a priori, más tarde relacionados con el alunizaje del Apolo. Las reflexiones incluidas en el ensayo concluyen que el espacio exterior y el interior bien pueden ser entendidos como una y la misma cosa.
Uno de los mitólogos más conocidos actualmente murió sabiendo sánscrito, latín, griego, español, japonés, alemán, inglés, francés provenzal y tantos otros. Difícilmente algún otro supere las explicaciones y enseñanzas de nuestro autor.
«Reseña escrita por Irvin Payán, El Péndulo Roma»
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