Estilo se entiende como el revés de la norma. Es su lado personal en el que lo primordial es la tarea: más que el seguir un dictamen, tomar en las propias manos la vida para hacer del vivir algo propio. En tiempos de enajenación global, formular así el estilo de vida equivale a captarlo en su misma esencia ética, crítica. Como decía Fernando Ortiz, en el momento de crear el fecundo concepto de transculturación, el estilo puede compararse al ajiaco: el plato pobre en el que cabe abundancia y variedad, pues es capaz de incorporar lo que viene y lo que aún no se conoce. La ética del estilo, del espejo, va un poco más allá: no se recrea en la multiculturalidad de forma estética, sino que trata de arrimar las razones morales para salir de la común sinrazón.
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