Olvídense de todo lo que saben sobre el calentamiento global, nos han dicho que el mercado nos salvará, cuando en realidad la adicción al lucro y al crecimiento nos está hundiendo cada día más en nuestra propia trampa. Nos han dicho que es imposible dejar de usar combustibles fósiles, cuando en realidad ya sabemos perfectamente cómo reemplazarlos. Basta con que infrinjamos todas las reglas del libre mercado poniendo freno al poder de las grandes empresas, reconstruyendo las economías locales y recuperando nuestras democracias. También nos han dicho que la humanidad es demasiado codiciosa y egoísta como para estar a la altura de semejante reto.
Lo cierto es que, en todo el mundo, la lucha por el triunfo de una nueva economía y en contra de las extracciones irresponsables resulta a la vez sorprendente e inspiradora. La verdad, aunque sea realmente incomoda, es que la culpa no la tiene el dióxido de carbono, la culpa es del capitalismo. Pero hay otra verdad mucho más constructiva y fácil de asumir, podemos aprovechar nuestra crisis existencial para transformar nuestro fallido sistema económico y construir algo radicalmente mejor.
Klein pone así al descubierto los mitos que enturbian el debate sobre el clima. El cambio climático es una alarma que debe despertar a la civilización un mensaje poderoso que nos llega en forma de incendios, inundaciones, temporales y sequías. Para afrontarlo, ya no basta con ahorrar electricidad. Se trata de cambiar el mundo antes de que el mundo cambie tan drásticamente que se trasforme en un sitio inseguro para todos. O saltamos del barco o nos hundimos con él.
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