La ópera es un arte que activa todos nuestros procesos mentales. La acción dramática que captamos intelectualmente no es más que la invocación de un sentimiento más profundo y emotivo, pues la música y la voz se dirigen a nuestro inconsciente. Al pulsar la cuerda de nuestras nostalgias, la ópera nos transporta al espacio-ti empo de nuestra temprana infancia, a ese antes maravilloso y olvidado -aunque siempre presente en nosotros- anterior al aprendizaje de la lengua y de las palabras. La ópera despierta nuestra sensibilidad oculta bajo la inflexión única e irremplazable de la voz materna. Marie-France Castarède demuestra estas tesis con gran brillantez. Con inteligencia y sinceridad nos lleva, pertrechada a su vez con gran cantidad de ejemplos --desde La coronación de Popea hasta Peter Grimes, pasando por los grandes clásicos del Barroco y del Romanticismo--, a las profundidades de la condición humana: los cantantes de ambos sexos exaltan, en todas sus variables, esas dos pasiones capitales que son la pasión amorosa y la pasión del poder. Este recorrido, fascinante y dinámico, complacerá, por supuesto, al amante de la ópera, a quien ayudará a comprender mejor su íntima pasión por tal o cual obra, o por determinados intérpretes, e incluso a alimentar su melomanía con nuevos datos y reflexiones.
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