Gandhi tenía tan sólo doce años de edad cuando sus padres lo dejaron al cuidado de su abuelo. Para Arun, el hombre que luchó por la independencia de la India era simplemente alguien de su familia. El tiempo que convivió con él fue de autodescubrimiento: aprendió a ver el mundo con nuevos ojos, a través de enseñanzas universales y atemporales acerca de la identidad, la ira, la soledad, la amistad y la familia.
El don de la ira relata la vida cotidiana del filósofo más querido de la India, y transmite las lecciones que dejó a su nieto y a la humanidad entera. En el mundo de hoy, sus ideas sobre el fanatismo, la discriminación, la unidad y la paz son más necesarias que nunca. “La ira es buena. Es una energía que nos impulsa a definir lo que está bien y lo que está mal.” Mahatma Gandhi, a su nieto Arun.
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