González Rojo Arthur, Enrique / Solís, Santiago
Un día cualquiera de 1959 o de 1960, el escritor José Revueltas y el dibujante Héctor Xavier salieron del edificio Asís, ubicado en la calle Holbein 191, donde cada uno tenía su departamento. Luego de haber tomado unas copas de vino, se habían encaminado hacia el jardín Luis G. Urbina, conocido por todos como Parque Hundido; llevaban el noble y urgente propósito de comer unas tortas. Así, un perro famélico los conmovió. Este perro lleva vida de perro, dicen que dijo Revueltas y le aventó una migaja. La indignación por la vida del cánido que llevaba el pobre mamífero creció, a grado tal que los artistas le dieron el resto de sus tortas recién compradas. Al ver que los perros callejeros se reunían velozmente para disputar el alimento, Revueltas, subido en un promontorio del parque, tomó por asalto la palabra.? Esta anécdota ha corrido de boca en boca en distintas versiones. Algunos aseguran que fue el poeta Efraín Huerta el acompañante de Revueltas. Enrique González Rojo Arthur retomó el suceso que ahora se ofrece ilustrado con base en el testimonio de los perros reunidos una vez en el Parque Hundido.
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