¿Cómo imaginar no sólo un nuevo arte o arquitectura sino un nuevo yo o sujeto iguales a ellas? En Dioses prostéticos Hal Foster explora esta cuestión a través de las obras y escritos de artistas modernos clave como Gauguin y Picasso, F. T. Marinetti y Wyndham Lewis, Adolf Loos y Max Ernst. Todas estas diversas figuras sintieron la fascinación por las ficciones del origen, bien primordiales y tribales, bien futuristas y tecnológicas. De este modo, sugiere Foster, dos formas llegaron a dominar el arte moderno por encima de todas las demás: lo primitivo y la máquina. Foster comienza con las fantasías primitivistas de Gauguin y Picasso, que examina a través de las lentes freudianas de la escena primordial. Luego pasa a ocuparse de las obsesiones puristas del arquitecto vienés Loos, que aborrecía todo lo primitivo. A continuación Foster considera los sujetos tecnofílicos postulados por el futurista Marinetti y el vorticista Lewis. Estos nuevos egos se contrastan más tarde con las máquinas celibatarias propuestas por el dadaísta Ernst. Foster también explora extrapolaciones procedentes del arte de los enfermos mentales en los modelos estéticos de Ernst, Paul Klee y Jean Dubuffet, así como manipulaciones del cuerpo femenino en la fotografía surrealista de Brassaï, Man Ray y Hans Bellmer. Finalmente, examina el impulso a disolver las convenciones del arte sin más en los cuadros por goteo de Jackson Pollock, las piezas esparcidas de Robert Morris y las earthworks de Robert Smithson, y rastrea la evocación de objetos del deseo perdidos en la obra escultórica de Marcel Duchamp y Alberto Giacometti hasta Robert Gober. Aunque el título está extraído de Freud, 'Dioses prostéticos' no impo
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