«Las primeras páginas son casi reproducción textual de una carta mía de enero de 1882 a un insistente amigo. A continuación de ellas ofrezco algunas tristes experiencias. La guerra de (intentada) secesión ha sido, lógicamente, el suceso primordial de mi tiempo. Yo empecé a visitar a los enfermos y heridos del ejército a fines de 1862 y continué sin descanso en 1863, 1864 y 1865, tanto en el frente como en los hospitales de Washington y sus alrededores. Desde el principio llevaba una libreta para apuntar en el momento, a lápiz, los nombres y circunstancias, lo que hacía más falta, etc., y así refrescar mi memoria. Los transcribo, tal como los guardé después de la guerra, borroneados con más de una mancha de sangre, escritos apresuradamente, a veces en la clínica, con frecuencia en medio de la excitación y la incertidumbre, o en la derrota, o en la acción, o preparándome para marchar a la acción. La mayor parte de las páginas son copia fiel de aquellas espeluznantes libretitas manchadas de sangre. Muy distintas son las memorias que les siguen. Supongo que publico todo este conjunto, primero, por esa eterna tendencia a perpetuarse que hay en toda la naturaleza incluyendo a los escritores; y segundo para simbolizar dos o tres momentos ejemplares ¿personales e impersonales¿ de entre los miles de mi tiempo, la parte media del siglo XIX en el Nuevo Mundo; un tiempo extraño, desencadenado, maravilloso. Pero el libro probablemente no tiene ningún propósito definido que pueda expresarse en una frase».
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