Los movimientos de izquierda, que tan útiles habían resultado a largo del comunismo en tiempos de guerra, pasaron a ser absolutamente dejados de lado. Recién ahora los escritores proletarios adquirieron estatus oficial (excepto Trotsky), e incluso recibieron claras ins- trucciones acerca que no serian apoyados de forma alguna par el gobierno. Pienso también en el caso Lelevich, que incluye medidas en contra del frente cultural de los sectores de izquierdo (Lelevich había escrito un tratado sobre el método de crítica literaria marxista). En Rusia se do muchísima importancia a una toma de postura político rigurosamente matizada. En cuanto a los técnicas literarias, en Alemania, alcanza con tener un contexto político vago, generalizado, que de todas formas se considera indispensable. La técnica rusa consiste en realizar una amplia exposición de la idea y, de ser posible, no más que eso. El nivel de formación del público ruso es tan bajo que cualquier desarrollo posterior seria inevitablemente incomprendido. En Alemania, en cambio, lo único que se pretende es obtener resultados, sin que a nadie le importe como se llega a lograrlos. Esto explica por qué los periódicos alemanes dedican tan poco espacio a disposición de sus periodistas; aquí en Rusia es habitual encontrar artículos de 500 a 600 palabras.
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