La palabra Dharma, difícilmente traduce, evoca a la vez el Orden Cósmico, la Ley jurídica, la Norma sociológica y política; añádesele el adjetivo Sanatana y obtendremos el nombre que los fieles dan a su religión: hinduismo o << Sanatana Dharma >>. La elección de un término como éste es significativa porque indica que esta religión es sentida como la expresión humana, terrestre, de una realidad universal y permanente: no debo su origen a ningún fundador, ha existido siempre y siempre existirá sin variación alguna. De ahí que las diferencias de culto entre una casta y otra, por ejemplo, no son para el hindú sino facetas diversas de un diamante único; las oposiciones doctrinales entre una secta y otra se entienden como refracciones distintas de una misma luz y no como divergencias irreductibles. O mejor aún, tal multiplicidad da testimonio de la universalidad del Dharma: instintivamente el hindú considera toda forma religiosa como partícipe –aunque ella mismo lo ignore- de la Norma eterna. Esta sentir que a veces se ha tomado como una << tolerancia >> por parte del hinduismo respecto de otras religiones es en realidad una especie de imperialismo ideológico; bien lo han comprendido los misioneros cristianos cuando oyen la réplica hindú de que Jesús no es mas que un avatar de Visnú entre otros muchos.
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