La piel arquitectónica ¿puede tener vida propia? ¿Cómo ha cambiado el rostro de nuestros edificios y de nuestras ciudades en los últimos años? ¿Cuáles son las principales causas de las transformaciones que afectan a los límites? La autora nos propone una lectura de la fachada como máscara de la arquitectura, filtro en el que se registran los devenires naturales y los cambios impuestos por la evolución tecnológica, el consumo y la moda. Un recorrido que nos conduce desde la máscara primitiva a la máscara electrónica, entendida como interfaz entre el cuerpo y el paisaje natural y urbano. A través de la interfaz, elemento autónomo desde el punto de vista figurativo, estructural y comunicativo, la arquitectura revela por un lado la crisis del significado que afecta a todas las esferas de nuestra existencia y, por otro, la aspiración a realizar edificios cada vez más ligados a la sensibilidad del cuerpo propio. La fachada-interfaz puede plasmarse en múltiples apariencias y ser finalmente al mismo tiempo una piel activa, interactiva y sensible. De esta forma nos encontramos frente a un dúplice proceso que prefigura tanto la anulación de la fachada, en su acepción tradicional de rostro representativo y privilegiado, como un nuevo fachadismo alejado de la frontalidad renacentista a favor del gesto, la flexibilidad y la transparencia de un velo que vela y revela las múltiples contradicciones de nuestro tiempo.
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