Un viejo es secuestrado por un par de revolucionarios en los años setenta. A un niño le estalla en la cara la Revolución Mexicana de principios del siglo XX. El viejo recuerda al niño que fue; y el niño, al viejo que será. En medio de todo, las piezas que explican al uno y al otro: el primer cigarro, la primera función del cinematógrafo, el primer muerto...
Decencia celebra y parodia con idéntica vehemencia las ambiciones de totalidad de las grandes narrativas latinoamericanas. Más que hacer sumas y restas, corta transversalmente, abre y cierra ángulos, no deja un respiro. Es al mismo tiempo un bildungsroman subvertido por el caos de la experiencia recobrada y una road novel que dura cien años.
Si algo ha distinguido los libros de Álvaro Enrigue es la violencia con que replantea las fronteras de lo novelístico, con que sondea los límites de los géneros literarios bajo una sola consigna: someter el tiempo -inexorablemente rígido y lineal- a la lógica mucho más plástica y flexible del lenguaje. Hay un solo axioma que el lector tiene que conceder para habitar de lleno el universo de Decencia: el futuro puede modificar el pasado y todos podemos recordar el futuro.
«Con aires de comedia, humor inclaudicable y refrescante escepticismo, Decencia recorre el siglo sin aspavientos ni afanes didácticos, guiada por la mano segura de un novelista nada convencional y sí convincente que matiza muy bien el tenso relato del secuestro y la fuga desesperada con el recuento de hazañas amatorias, alcohólicas, cinéfilas y políticas de Longinos» (Rodrigo Pinto, Babelia).
«Pocas veces se tiene la certeza de estar leyendo lo que en el futuro se constituirá en una obra clásica. En Decencia hay una profundidad inesperada, un uso audaz del lenguaje y un entramado estilístico riguroso y complejo... Una de las voces trascendentes de las letras mexicanas» (Mónica Maristain, Página 12).
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