Como sucede con Borges, Cortázar o Walter Benjamin, Octavio Paz es un autor que crece, y nos crece dentro a medida que mejor lo leemos. Él no fue por decirlo de alguna forma un Nobel mexicano, sino un Nobel para el mundo porque sus intereses estuvieron puestos siempre en lo que pasaba dentro de su mundo poético pero ante todo en la crítica del mundo y la sociedad. Paz no escribió para sí. Escribió desde sí para abrirnos los ojos, para que la literatura fuera un pensamiento y un reconocimiento de los otros y de nosotros mismos en los otros. A Octavio Paz hay que seguirlo leyendo porque su voz es un análisis siempre vigente y un recordatorio de su visión de la poesía no como la vida sino como la transfiguración de la vida.
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