En El cuerpo dado de Nawel Ben Kraïem atendemos –antes que a un poemario– a un ritmo que devuelve al origen; una oscilación musical que transita entre la rima y la aliteración, entre el yo y el tú, entre la madre y la hija, entre el muro y la mar, entre la pulsión y la pulsación. Así, la composición de este poemario obedece y ostenta más aquella idea de Paul Valéry, la de una forma que busca su substancia, por ello podemos hallar aquí poderosos versos que en su tránsito retornan al origen y hacen manifiesta una de las grandes verdades de lo lírico: que el ritmo es fuerza vital y conjuro de las palabras, de las ideas, de las dolencias, de los cuerpos. Quien desee aproximarse a esta magia que busque entre estas páginas, pues aquí está el cuerpo conjurado por el ritmo, aquí está el cuerpo dado.
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