Además de una obra filosófica excepcional, Emil Cioran dejó a su muerte treinta y cuatro cuadernos manuscritos. «Llevo el fragmento en la sangre», señaló el pensador rumano, y, efectivamente, casi a diario Cioran fue anotando estas reflexiones dispersas seleccionadas para su edición por Verena von der Heyden-Rynsch, escritora, traductora al alemán de sus libros y experta en su obra. No es éste un diario al uso. Las entradas son por lo general breves y, en sus páginas, un Cioran intimista y deshinibido brinda aforismos, humoradas, esbozos de proyectos literarios y una galería de retratos, fruto de sus encuentres con autores como Beckett o Ionesco, de verdadera antología.
«Un documento excepcional sobre un moralista que apenas se mostraba y que descubre aquí u vida cotidiana.» Le Nouvel Observateur
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