Desde sus primeros trabajos, Watkins no ha dejado de romper con la idea de la transparencia de la representación y con la figura del observador invisible para acercarse a los métodos propios de los reportajes televisivos [...] para crear, desde una marcada autoconciencia, un tejido reflexivo sobre las formas de escritura de la realidad y sobre sus diferentes discursos.
La lectura de las reflexiones contenidas en La crisis de los medios puede parecer, a más de un lector, el resultado de una cierta paranoia frente al sistema con que los medios de comunicación han ido tratando el propio cine de Watkins.
En 1963, después de renunciar al cine, Rossellini escribió: "Ninguna cinta ni obra literaria aborda los temas concretos que preocupan a la humanidad actual, ya que no se ha encontrado un sentido dramático nuevo". Un año después de que el maestro italiano hiciera esta declaración, en 1964, Watkins filmaba para la televisión estatal Culloden, la película con la que empezaba a buscar ese "sentido dramático nuevo" y a reflexionar sobre su propio presente. La utopía de Rossellini fracasó cuando los medios de comunicación prefirieron privilegiar el espectáculo en vez del conocimiento, y convirtieron la televisión en una fiesta continua de gusto más bien dudoso. Rossellini murió en 1977 y no pudo llevar hasta el límite su sueño. La utopía del inglés, en cambio, continúa viva en el tejido audiovisual actual como testimonio de otra forma posible de narrar.
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