Se encontraba en ese momento en que el dolor -el peor dolor, el que produce la soledad de espíritu- amenazaba con desbordarse en la más insondable desesperación. ¿Qué mejor prueba podía tener de la inexistencia de Dios que su insensato sufrimiento? Aun si existiera y fuese Dios de bondad, ¿no podría, en su soledad, reclamarle como interlocutor? Este último gesto de esperanza obró el milagro. A partir de esta crítica experiencia vital, Conversaciones con Dios es la transcripción del más infrecuente -aunque quizá debiera considerarse el más necesario- de los diálogos a través de ellos se revela un Dios tolerante, tan conocedor de los fuertes anclajes morales de la mayoría de los seres humanos como del intenso arraigo de sus carencias. Y por ello, más interesado en proponer a sus criaturas una actitud que en exigirles un código rígido y pormenorizado de normas. Un Dios, pues, humano, en la medida que los hombres están hechos a imagen y semejanza de él.
Neale Donald Walsch no se consideraba una persona especial o espiritualmente dotada. Se trataba sólo de un hombre frustrado que un buen día se sentó con papel y lápiz y decidió escribir todas las preguntas que oprimían su corazón. A medida que las formulaba, se daba cuenta de que Dios respondía directamente a través de su propia mano el resultado es esta extraordinaria serie de libros ingeniosos, provocativos y profundos que han transformado la vida de millones de lectores alrededor del mundo.
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