Un día del mes de septiembre de 1920, un airado anarquista italiano llamado Mario Buda hizo estallar un coche tirado por caballos cargado con dinamita y metralla en Wall Street, Nueva York, asesinando a 40 personas. Desde aquel prototipo de Buda, el coche bomba ha evolucionado hasta convertirse en la «fuerza aérea de los pobres», un arma genérica de destrucción masiva que hoy es capaz de excavar enormes cráteres en cualquier ciudad, desde Bombay a Oklahoma City.
En esta brillante e inquietante historia del coche bomba, Mike Davis traza el proceso que ha llevado a su utilización y desarrollo en todo el mundo. Y en el mismo desgrana, con su peculiar estilo brioso y apoyado en infinidad de datos, el papel jugado por las agencias estatales de inteligencia –señaladamente las de Estados Unidos, Israel, India y Pakistán– en la globalización de las técnicas de terrorismo urbano. Davis sostiene que, más allá de las apocalípticas amenazas nucleares o bioterroristas, lo que está provocando profundos cambios en las ciudades y en los estilos de vida urbanos es el incesante impacto de los coches bomba, puesto que los privilegiados centros de poder cada vez más se rodean de «cordones de acero» para quedar a salvo de un arma que, sin embargo, parece imposible neutralizar.
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