De 1850 a 1914, los médicos constituyen la escritura de los marginales en objetos reveladores de la verdad. Al leer las escrituras ordinarias, descubren objetos inquietantes, como escritos que escapan a su clave de lectura, signos gráficos que parecen testimoniar el carácter anormal de su autor y, finalmente, rasgos gráficos que revelan patologías desconocidas.
Así pues, se trata de descifrar los escritos de los marginales para determinar sus características. Se procura identificar los signos que indican el grado de normalidad del escribiente. Se observa el gesto gráfico, a fin de aislar las patologías propias del mecanismo de la escritura. Por último, debido al entusiasmo por la grafología, la medicina trata de clarificar las claves que ella utiliza.
De este modo, los médicos hacen entrar a la escritura en el laboratorio. Estos conocimientos inducen muchas modificaciones en la sociedad de fines de siglo. Así, se reconsidera el peritaje, se renueva la enseñanza de la escritura y se modifica su práctica profesional.
Valiéndose de las herramientas creadas por Michael Foucault, este ensayo muestra precisamente de qué modo la medicina ha apelado a la escritura para crear una nueva división entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso, lo natural y lo artificial, lo normal y lo patológico.
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